El más aventajado de la dinastía
Marsalis al lado del mismísimo Dios (Clapton, por supuesto) en una velada
magistral en el Lincoln Jazz Center de Nueva York.
El gusto por tocar juntos y su
amor por el blues clásico y el jazz hizo que pudieran unirse y sintetizaran
elementos de sus estilos, sin nada de innovación, aferrándose al purismo de una
interpretación tradicional.
Mientras Clapton hizo la
selección de las canciones, principalmente de los años 20’s, Marsalis hace los
arreglos de la banda para que se escuchara muy al estilo del New Orleans clásico.
Layla, la historia más grande
amor jamás contada, basada en la obra del ínclito Nizâmi, aparece como una petición del bajista Carlos Henríquez, ante
esto se le da ese toque de sobriedad semejante a una marcha fúnebre.
Artistas consumados que
expresan su calidad, por un lado Wynton Marsalis y por el otro, el mismísimo
Dios (Clapton, por supuesto)