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domingo, 19 de febrero de 2017

John Coltrane 1965 Kulu Sé Mama


Se concibió en la estratosfera del arte auto determinado. Se debe oír como una obra entera, de principio a fin. Simultáneamente psicodélico, espiritual, conmovedor, predicador, suplicante, enojado, aceptando lo irreversible, inquietante y curativo. Ésta es la voz de la cima de la montaña, la cúspide de la gran pirámide, el pozo de Chac el dios de la lluvia, el rayo, la piedra del filósofo, el Cáliz, un lamento y una oración.
Juno Lewis es el sacerdote pagano que nos invita a disfrutar su plegaria alcanzando niveles insospechados, contagiado de un misticismo y una sensualidad sobrecogedora mientras el piano y los tambores alrededor de él exploran y empujan radicalmente el encanto de la melodía mientras se hace acompañar de Sanders, Garrett, Butler y Lewis para que el círculo se cierre de una manera perfecta
La belleza de Kulu Sé Mama es Trane en estilos de formas libres, pero está suficientemente estructurado para evitar descarrilar completamente en un caos atonal y sin medir las consecuencias que pudiera tener.
No hay suficientes palabras para definir esta obra maestra solamente sumergirnos en ella infinidad de veces






lunes, 13 de febrero de 2017

Al Jarreau uno más que se adelanta al viaje



Poseedor de una voz incomparable, su estilo lo ayudó a considerarlo uno de los mejores en la escena jazzistica, aunque para sus detractores desdeñaron su música que calificaban de una fusión de smooth jazz. Jarreau era un hombre refinado, a menudo desdeñado por los puristas del jazz que lo consideraban un cantante de variedades, algo que asumía perfectamente.
Autor de un repertorio ecléctico que además del jazz incluye incursiones en el pop, el soul y el funk, su estilo ya quedó registrado en la historia.
‘Since I Feel for You’ acompañado de Bob James en los teclados y David Sanborn en el saxofón es completamente delicioso








Mi principal contribución a la música habrá consistido en introducir el ritmo en el registro vocal
(1940-2017)





viernes, 10 de febrero de 2017

Frank Wess 1956 Jazz For Playboys



La flauta tiene una tradición jazzística relativamente corta. El solo de flauta más antiguo que se tiene registrado es una grabación de la orquesta de Benny Cárter de 1933 "Devil's Holiday". El flautista -Wayman Carver- con una fluidez que parece sorprendentemente moderna. Pero este instrumento era por entonces todavía una curiosidad. Es asombroso cómo de golpe dejó, de serlo, cuando a principios de los cincuenta aparecieron media docena de flautistas de jazz que arraigaron su instrumento en el jazz, literalmente de la noche  a la mañana.
Frank Wess pertenecía a la orquesta de Count Basie y tocaba la flauta que en esa época todavía era considerada como “enemiga del swing", con el mismo señorío que el demostrado por quien tocaba la trompeta o el saxofón, en esta orquesta cuyo nombre es casi sinónimo del ritmo mencionado, simboliza la ruptura que condujo a la aceptación de la flauta. En efecto, es lógico que la flauta solo podía ser aceptada después de la era de Lester Young en los años cincuenta, cuando la preeminencia del fraseo del jazz frente a la formación del sonido había penetración en la conciencia general. Lester Young es el "principal culpable" de este desplazamiento de los acentos desde la formación del sonido hacia el fraseo. Frank Wess evidencia  esto de una manera casi irónica: como saxofonista tenor es inequívocamente hombre de la escuela de Coleman Hawkins, mientras que como ejecutante de flauta es igualmente inequívoco un seguidor de la tendencia de Lester Young.
Jazz For Playboys es una de esas sesiones clásicas de los años 50 en las que varios integrantes de la orquesta de Count Basie se separaron del grupo más grande y realizaron un gran trabajo combinado por su cuenta.
Nadie es líder,  pero sólo porque todos los integrantes están tan bien coordinados el uno al otro, que no hay necesidad de egos para realizar el disco.
En este incluyen a Frank Wess en flauta y sax tenor, Kenny Burrell en guitarra solista, Freddie Green en guitarra rítmica. Joe Newman en trompeta mientras en la batería se alternan Ed Thigpen, Gus Johnson y Kenny Clarke
Los solos de Wess suelen estar a la vanguardia, pero Burrell es un verdadero monstruo en "Blues For A Playmate", de auténtico delirio!







jueves, 9 de febrero de 2017

Thelonious Monk 1963 Monk's Dream



Dolor, romanticismo de primavera, de sustituciones efímeras en baladas. Intercepciones de acordes anchos pero demasiado exquisitos, no muy disonantes, como si un acorde fuera algún escarabajo exótico que se volteara sólo el tiempo suficiente para ver cuántas patas tenía antes de ser arrojado y examinar otro más.
En 1962, Monk había pasado veinte años no tanto en la curva del jazz como en los claroscuros de su carrera. La aprobación florecía demasiado tarde para evitar que cuestionara el sentido de trabajar tan duro ante el escaso reconocimiento, y así comenzó la última etapa de su carrera.
Su re-invención se puede rastrear aproximadamente a este álbum, aquí reeditado con 27 minutos de tomas alternas. Al entrar en el estudio para su primera sesión en Columbia a principios de 1963, es tentador preguntarse si Monk encontró ironía en los recuerdos de las lecciones de composición que una vez le había dado al nuevo y conquistador compañero de marca, Miles Davis, cuando juntos eran alquimistas en el crisol del be-bop.
La sincronización y la armonía de Monk en el sentido de la desigualdad lo encasillaron como un superlativo sobre los mortales. Acompañado del bajista intuitivo John Ore, el nunca decepcionante baterista Frankie Dunlop y el sin igual sax ténor Charlie Rouse (con él desde 1958)
Duramente criticado en su tiempo al asegurar que la carrera de Monk había finalizado, Monk's Dream es rico con la confianza de una banda en su apogeo y en plena madurez

La magia funciona mejor en el diabólico riff-fest "Bye-Ya".