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lunes, 18 de junio de 2012

24/100 Duke Ellington 1956 Ellington At Newport

La carrera del ‘Duke’ iba en franco descenso, había que hacer algo para evitar que se colapsara de manera inminente.
En la década de 1950 hubo un envejecimiento en la orquesta de  Duke Ellington; se aseguraba que el se hundía rápidamente en las siempre cambiantes ramas de la música popular.
La aparición del Bebop, el Cool Jazz, y el  Rock and Roll habían hecho que los grandes estilos de la banda de Ellington parecieran anticuados, los músicos jóvenes lo despreciaban ya que no era ‘cool’; la crítica lo despedazaba y su fiel público de antaño ya no lo idolatraba como antes.
Tenía que haber un evento descomunal que revitalizara su imagen en la estela del Jazz, y ese fue el Festival de Jazz de Newport de 1956 el que le dio a Ellington su oportunidad de redimirse, y él se aprovechó de la casualidad que la vida le presentaba.
El resultado: El mundo del jazz se rindió a sus pies.
Ellington tuvo una actuación magistral que asombró a los críticos y músicos por igual, transmitiendo a una audiencia de 7000 almas un frenesí desenfrenado al combinar hábilmente las versiones rejuvenecidas de normas jazzísticas antiguas con material nuevo.
Y es que, en el momento que aparece la sensacional y excepcional ‘Diminuendo And Crescendo In Blue’ con la que materialmente la sala se desquició por completo, tanto,  que la gente comenzó a bailar entre los pasillos, en las butacas, donde hubiera un espacio, un verdadero pandemonium! Iniciando este con una escultural rubia enfundada en vestido negro de noche de la cual solo se sabe que se llamaba Elaine Anderson.
El solo de saxofón de Paul Gonsalves será recordado como la más grande improvisación en vivo, con tan solo, haberla ensayado un par de veces, previo al concierto, y que alcanza un montaje supremo superior a los ¡Siete minutos! Y ese Piano! Hay que deleitarse…
De esta manera Ellington montó las salvajes corrientes de sus detractores y  demás ritmos musicales que habían estado amenazando con ahogarlo, con opacarlo, y este a su vez lo canaliza en un furioso torrente que barrió con la crítica, el desprecio, las burlas y la indiferencia que había soportado durante la mayor parte de la década de 1950.
No hay mejor manera de comenzar a amar al ‘Duke’ desde una mirada más profunda en el alma del más grande compositor de Estados Unidos en su momento crucial de profunda desesperación y el triunfo supremo que lo inmortalizó.
¡Genial el Duke!








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